lunes, 30 de junio de 2008

¿La línea azul?

Y que por el hecho de ser un gobierno de izquierda "a la mexicana" (como de costumbre), esta libre de ser autoritario, violento, fascista, torpe, populista, elitista, elitista, elitista, elitista, elitista, elitista, elitista, elitista, elitista, elitista, y sobretodo estupido? Es algo parecido a lo de las muertas de Ciudad Juárez: no sólo es el hecho en sí, sino la reacción posterior lo que es una tragedia. Al igual que acá no creo que esos martires puedan lograr algun cambio.


¿La línea azul?
Por Denise Dresser

Es una cita citable la de Joel Ortega, "no permitiré que este hecho empañe mi trayectoria política". En pocas palabras, el principal responsable de la seguridad pública en la capital de la República no dejará que 12 muertos en un operativo desastroso manchen su reputación. No permitirá que la brutalidad y la ineficacia demostradas por la policía a su cargo pongan en jaque su carrera. No tolerará que las violaciones más obvias a los derechos más elementales saboteen su fantástico futuro como servidor público. No, no, no. Aquí de lo que se trata -en la percepción de Ortega y sus jefes- es de controlar daños, encontrar chivos expiatorios, esperar que pase la tormenta mediática. El objetivo de todos los que llevan días arremolinados en la oficina de Marcelo Ebrard es cómo salvarle el pellejo a un amigo, no cómo rendir cuentas ante la sociedad. La meta compartida es cómo cuidar el puesto, no a la población.

Y precisamente por ello, yo exijo la renuncia inmediata de Joel Ortega. Porque bajo su mando, la policía se ha acostumbrado a actuar sin límites. Porque bajo su supervisión, la policía en vez de servir y proteger se dedica a reprimir y patear. Basta con ver los dos videos que demuestran lo que pasó esa tarde en el News Divine. Basta con escuchar los testimonios de las víctimas. A los golpeados, a los empujados, a los criminalizados, a los que no se les otorga la más mínima presunción de inocencia. Las caras de angustia de los que, poco a poco, se van quedando sin aire. Los gemidos de quienes, poco a poco, mueren aplastados. Los gritos de quienes descubren a su hermana o a su amigo o su primo tendido en la calle, donde son ignorados por quienes tienen la obligación de asegurar su seguridad.

Yo exijo la renuncia inmediata de Joel Ortega. Porque esa tarde brumosa murieron Eredi Pérez y Rafael Morales y Daniel Azcorve y Ericka Rocha y Alejandro Piedras y Leonardo Amador y Pedro López y Remedios Marín, entre otros. Porque la policía de un lado de la puerta evitó la salida de los jóvenes, mientras la policía del otro lado los empujaba hacia allí. Y sus padres ya los fueron a enterrar. Y saben que esos muchachos de 18 y 15 y 13 y 14 y 24 años fueron víctimas de un aparatoso "show" preparado por los mandos de la policía capitalina, con el afán de demostrar con cuánta eficacia combaten el crimen y con cuánta determinación enfrentan la corrupción. Por eso llegaron con pistolas y pasamontañas, preparados para posar ante las cámaras. Buscaban un golpe mediático y se lo dieron a sí mismos.

Yo exijo la renuncia inmediata de Joel Ortega. Porque esa tarde desastrosa, después de la catástrofe sobrevino el caos. Porque la autoridad no pudo o no quiso comportarse como tal. No dio primeros auxilios ni subió a los jóvenes a las ambulancias ni cubrió sus cuerpos ni estableció el orden. Ese día, los uniformados pululaban desconcertados o contemplaban la escena sin intervenir de manera útil en ella. Miraban al joven que gritaba, con desesperación, "Adriana, no te duermas, no te duermas", pero no hicieron algo para ayudarlo. Los "policías del año" no supieron comportarse como tales. Aceptaron que uno de sus colegas diera la orden "no me subas a ninguno (de los chavos) a la ambulancia". Y cuando Marcelo Ebrard reconoce que se cometieron "errores graves" apenas alcanza a reconocer su dimensión. El caso del News Divine demuestra que la autoridad no comprende su papel ante la sociedad.

Yo exijo la renuncia inmediata de Joel Ortega. Porque esa tarde fatídica, las imágenes plasmadas en las cámaras revelan lo más penoso: la policía simplemente no supo qué hacer. En vez de planear, improvisó. En vez de contener el caos, lo exacerbó. Con 19 errores documentados. No despejó la zona ni la acordonó. No contó con servicios médicos ni los proveyó a tiempo. Arribó con armas largas y pasamontañas a un lugar donde había muchachos de 13 años. Ocupó lugares inapropiados para el desalojo. Golpeó y vejó a muchos menores de edad, dentro y fuera del inmueble. No estableció un punto de revisión a la salida. No aseguró camiones suficientes para el traslado. No abrió a su mayor capacidad las puertas. No ordenó que se permitiera la salida a los jóvenes. En el momento de mayor crisis, la policía se quedó varada, parada, paralizada. Ni siquiera intentó ayudar -en un acto de humanidad esencial- a quienes yacían inermes en el suelo.

Yo exijo la renuncia inmediata de Joel Ortega. Porque ésta es la policía que él supervisa, entrena, defiende, tolera. Porque ésta es la policía que asume que todos los pobres son delincuentes y merecen ser maltratados como tales. Ésta es la policía que escolta a los jóvenes con guantes blancos cuando los desaloja de la discoteca Bandasha pero los golpea a toletazos en el News Divine. Ésta es la policía que desnuda a 34 jovencitas y les toma fotografías y les marca la mano con plumón como señal de identificación. Ésta es la policía que tenemos pero no es la policía que queremos ni la policía que nos merecemos. La que viola el debido proceso; la que ignora garantías individuales; la que abusa e insulta y se refiere a los ciudadanos como "hija de tu puta madre" o "culera"; la que provoca miedo en lugar de generar confianza; la que el Distrito Federal ha producido y la Secretaría de Seguridad Pública no logra reformar.

Sí, yo exijo la renuncia inmediata de Joel Ortega y lo hago a título personal, al margen de la investigación cuyos resultados hará públicos esta semana la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal de la cual soy consejera. Y lo hago porque creo en cualquier otro país con una democracia funcional, un servidor público en su posición ya la hubiera ofrecido sin reparos. Porque creo que no es suficiente destituir a 17 mandos policiacos y encarcelar a un coordinador regional y despedir temporalmente a un delegado y decir que "ahora sí" habrá una revisión integral de los operativos así como de los lugares en donde se llevan a cabo. Porque creo que no basta con fincar culpas en algunos subalternos cuando la responsabilidad final debe recaer en él.

Sí, en él. En Joel Ortega, más aferrado a su puesto que a la tarea fiduciaria con la cual fue colocado allí. Esa tarea por la cual en muchos países a la policía se le conoce como "The Thin Blue Line" -la "angosta línea azul". Esa fila de hombres uniformados cuya existencia es lo único que separa a la sociedad civilizada del caos. Pero en México la fila de contención frente a la barbarie con demasiada frecuencia se encarga de producirla. Y eso no cambiará si quien está en la punta de la pirámide policiaca no paga el precio de la descomposición de su base.

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